La industria textil es una de las más contaminantes del planeta. Se estima que el 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero se encuentran vinculadas a la fabricación de ropa. Ante esta situación, ha surgido una nueva tendencia que busca frenar este impacto a la vez que nos permite disfrutar de la industria textil. Te presentamos el slow fashion.
Aunque las emisiones de gas de efecto invernadero son los efectos más destacables, la industria textil tiene repercusión en nuestro medio ambiente a través de otros factores como el gasto de agua, la contaminación por vertidos tóxicos y microplásticos. No solo es la fabricación de la ropa, que ya goza de polémica por sus condiciones laborales en países menos desarrollados, también es el transporte de las toneladas y toneladas de prendas a lo largo de todo el planeta.
Este modelo de negocio de producción en masa en el mundo de la moda ha recibido el nombre de “fast fashion”, y su impacto medioambiental es innegable. Ante esta situación insostenible, existe una tendencia en alza que busca acabar con el impacto de esta industria. Esto es el slow fashion.
Este término fue acuñado en 2007 por Kate Fletcher en la revista The Ecologist, donde describía y analizaba la tendencia eco y sostenible del “slow food” para poder crear su equivalente en la industria textil. El slow fashion aboga por la fabricación de prendas de ropa y otros complementos que respeten a las personas, los animales y el medio ambiente.
De esta manera y contrario a las prácticas comunes del área textil, la slow fashion pone sobre la mesa la fabricación artesanal y local y el uso de materiales ecológicos o que generen el mínimo impacto en nuestro planeta. El objetivo es cuidar y proteger la artesanía y el medio ambiente y, en última instancia, aportar valor tanto a los consumidores como a los productores.
El slow fashion debe englobar todas sus fases: desde el proceso de diseño, producción, consumo, uso y reutilización. A diferencia del “fast fashion”, la producción “slow fashion” garantiza una fabricación ética y de calidad para poder alargar la vida útil de la prenda o el material.
Esta nueva alternativa también aboga por una exigencia de que las empresas sean más transparentes. Muchas empresas de moda sostenible deben revelar el proceso en el que se fabrican sus prendas y diseños para ayudar a los compradores a tomar decisiones de compra más conscientes.
Entre las estrategias más comunes del slow fashion para empresas del mundo textil se encuentran las siguientes:
- Cambiar las líneas y colecciones de ropa con menor frecuencia.
- Producir y almacenar menos artículos.
- Ser consciente del material utilizado.
- Garantizar métodos de producción éticos.
En Creaby también queremos aportar nuestro granito de arena. Por eso te ofrecemos alternativas ecológicas y sostenibles al fast fashion.